Los musicoterapéutas no tenemos un
tipo de tratamiento específico para cada diagnóstico, ni recetamos música para
distintas dolencias. Abordamos a cada paciente encontrando aquello que pueda
ayudarlo según sus características específicas. La clave para encarar un
tratamiento de Musicoterapia no está dada por una condición específica, sino
por cómo la sensibilidad de un paciente por la música puede ser utilizada en
beneficio de su calidad de vida. Aquí, algunos de los objetivos que solemos
plantearnos:
• Mejorar la capacidad de registro del entorno y de los demás.
Algunos chicos con necesidades
especiales presentan rasgos de “desconexión”. Esto quiere decir que está
afectado el aspecto comunicacional, ya que el entorno y las personas en él
parecieran serle indiferentes. Suelen llamarles poderosamente la atención la
música y el sonido, tal vez, porque la audición es el primer sentido en
desarrollarse por completo; ¡desde la panza de mamá!
Nosotros
utilizamos esta sensibilidad especial en favor de la comunicación, porque en
este plano tendremos más chances de que
nos “registren”, y
podremos trabajar para
que este registro se extienda a
un entorno cada vez más amplio. Y sus familias en la mayoría de los casos
refieren que estos cambios se extienden a la vida cotidiana, que se interesan
por lo que sucede a su alrededor, que se integran mejor a las actividades
familiares.
• Favorecer el desarrollo del mayor nivel de independencia y autodeterminación posible, así como de una identidad acorde a la edad cronológica.
Cuando una
familia recibe un niño con necesidades especiales, es altamente probable que
aparezcan actitudes de sobreprotección. Si bien esto es parte del proceso
normal que debe hacer la familia, es necesario que este niño no quede fijado en
un rol de “eterno bebé”, para iniciar un camino hacia el mayor nivel de
independencia posible.
Se debe
comprender que por más que el nivel intelectual de una persona adulta o adolescente pueda ser el de un niño
pequeño, no deja de ser un adulto o adolescente. Desde Musicoterapia acompañamos
a toda la familia en este proceso de asumir a este integrante como una persona
de la edad que tiene, así como trabajamos para que el paciente se pueda ver a
sí mismo de esta manera.
Por otro lado, en pacientes que se ven limitados desde el aspecto motor, encontrar sus preferencias musicales, qué tipos de sonidos prefieren, y ayudarlos para que puedan darlo a entender, resulta de gran importancia en lo que hace a independencia. Cuando se depende de los demás para casi todas las actividades cotidianas, poder decidir qué escuchar, tener música con la que identificarse, es un mundo, además de una forma de conocerse a sí mismo.
Acompañar
a nuestros pacientes en la exploración de alternativas que les podamos ofrecer,
es nuestro punto de partida.
• Aumentar las vocalizaciones.
Mejorar la capacidad de expresión. Favorecer la autoestima
Los niños
“cantan” antes de comenzar a hablar, por ejemplo, arrullándose a sí mismos
cuando están en la cuna. Cuando hay una demora en la adquisición del lenguaje,
comenzamos por alentar la aparición de vocalizaciones, dirigiendo nuestros
esfuerzos a que éstas tengan un sentido.
Es
frecuente que los pacientes, una vez que se “hacen amigos” de la guitarra (el
instrumento con el que me acompaño en las sesiones), comiencen a rasgar las
cuerdas y cantar a su manera. Éste es el primer paso de un proceso que nos
permitirá colaborar en el desarrollo del lenguaje o de vocalizaciones.
Por otro
lado, todos tenemos la capacidad potencial de usar la música para vehiculizar
estados emocionales. Es importante para pacientes que no han accedido al
lenguaje verbal, tener un espacio donde manipular esas emociones,
plasmarlas, dejarlas salir y jugar son ellas.
• Fortalecer los vínculos y la
capacidad de juego.
A veces,
cuando se confirma que un bebé tiene alguna necesidad especial, se paraliza esa
especie de instinto natural que tienen los padres para “saber qué hacer”.
Aparece la necesidad de ayuda profesional, que “va a saber mejor” qué necesita
el niño… y a veces puede pasar que tantas pautas abrumen a la familia, llegando
en algunos casos a casi no saber qué hacer en situaciones para las que no
hay una indicación de los terapeutas.
En estos
casos la función más importante que puede cumplir un musicoterapéuta es ayudar
a esa familia a encontrar a qué jugar con ese niño, qué tipo de interacciones
son placenteras para ellos (porque esto es lo que caracteriza a una pauta de
apego sana). La capacidad de juego de un bebé o niño con sus padres o
cuidadores es indicador de salud vincular, indispensable para realizar los
aprendizajes propios del desarrollo. Y más adelante, le dará al niño la
confianza para cuando sea el tiempo de sus “ensayos” de independencia: los
primeros pasos sin sostén, jugar sin mamá al alcance de la vista…
• Favorecer aspectos atencionales y
capacidad mnemotécnica.
La
utilización de la estructura recurrente de las canciones, la creación de letras
para las mismas o de melodías para
frases habladas, las improvisaciones con instrumentos utilizando consignas
específicas, son algunas posibilidades para favorecer la atención sostenida,
dirigida y alternante, así como la memoria de trabajo y el pasaje a memoria de
largo plazo.
VEAMOS ALGUNAS PREGUNTAS FRECUENTES
¿La
Musicoterapia es sólo para niños con necesidades especiales?
No. La
Musicoterapia se aplica en numerosos campos relacionados con
la salud, y con personas de todas las edades, por ejemplo, lesiones
neurológicas, demencias, crisis vitales, embarazo, adicciones, dolor crónico,
cuidados paliativos…
¿La familia puede participar de las sesiones?
En el
trabajo con niños es sumamente importante y enriquecedora la participación de los padres. Además de posibilitar un intercambio permanente de qué es lo que
ellos esperan, y qué es lo que nosotros podemos ofrecer.
¿Las obras sociales cubren el tratamiento?
Actualmente
está contemplado dentro del Sistema de Prestaciones Básicas de Atención
Integral a Favor de las Personas con Discapacidad como “sesión - prestación de apoyo”.
Para acceder a la cobertura es necesario contar con un certificado de
discapacidad en regla y una orden de derivación del médico tratante.
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