martes, 6 de noviembre de 2012

Neurodesarrollo en prematuros y la importancia de la evaluación neurológica temprana y períodica.

Durante las últimas décadas y gracias al desarrollo de unidades de tratamiento intensivo neonatal, uso de corticoides antenatal y surfactantes artificial, se ha logrado aumentar la sobrevida del recién nacido prematuro y bajo peso.


En contraste a la sobre vida, el número de niños con discapacidad no ha disminuido. La morbilidad Neurológica a corto plazo (2 años) y a largo plazo (6 a 9 años) es también muy superior.
La gran incidencia del daño neurológico del prematuro se explica por el desarrollo cerebral que presenta en el momento de nacimiento. La migración neuronal se completa a las 24 semanas de edad gestacional y en esta fecha, la matriz germinal subependimaria continua la proliferación oligodendroglial, proceso que se ve interferido por el nacimiento prematuro. La labilidad de esta zona altamente vascularizada y de grandes demandas metabólicas las hace susceptibles a hemorragias y lesiones hipóxico isquémicas que llevan a déficit motores espásticos asociados o no a retardo mental y/o deterioro visual y/o auditivo. La hemorragia intraventricular, la leucomalacia periventricular quística y el infarto focal son las lesiones más comúnmente reconocidas en este grupo de niños. Todas estas lesiones modifican los procesos de desarrollo cerebral posterior como la mielinización y organización cortical.

Por la gran cantidad de habilidades cognitivas y motoras que el niño debe ir desarrollando en forma secuencial durante sus dos primeros años de vida, una sola evaluación neurológica es insuficiente, por eso se han recomendado evaluaciones periódicas, los que no solamente tienen como finalidad la detección de alteraciones significativas sino detectar reflejos primitivos persistentes, ausencia de aparición de reflejos protectores, localización clínico-anatómica de la lesión para solicitar las investigaciones adecuadas a la edad del paciente y actuar como monitor de evolución del niño en rehabilitación.
Los problemas motores y alteraciones posturales se pueden pesquisar durante el primer año de vida, pero los problemas de coordinación y la planificación de los movimientos, así como los trastornos de la socialización, integración y aprendizajes de funciones básicas, empiezan a diagnosticarse a edades más tardías, principalmente etapa lactante mayor y pre escolar. Los niños con disfunciones neurológicas menores son más vulnerables a problemas cognitivos y falla escolar.
Como conclusión remarcamos la importancia del seguimiento con evaluaciones neurológicas periódicas a lo largo de la primera y segunda infancia para la detección temprana y su intervención oportuna.


Dra.Teresa Kuhlmann (Neuróloga )
CEPAN Trenque Lauquén
Agosto 2012


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